lunes, 21 de octubre de 2013

ANTECEDENTES


HISTORIA

Primeros pobladores

Los primeros asentamientos humanos en el territorio ecuatoriano se remontan a 12 000 a.C. posteriormente se desarrollaron varios pueblos precolombinos.
La época precolombina del país comprende los períodos Paleo indio, Formativo, de Desarrollo Regional y de Incaico. Durante el periodo formativo se descubrió el uso de la cerámica, siendo la cultura Valdivia  una de las candidatas a poseer la alfarería más antigua de las Américas. También se domesticaron un gran número de especies como la piña, papaya, zapallo, maní, tomate, tomate de árbol, naranjilla, ají, cacao.
La cultura Manteña, controló una amplia ruta de comercio marítimo, que se extendió desde el actual Chile hasta México, basada en la navegación de cabotaje con grandes balsas impulsadas por velas. La cultura La Tolita produjo una metalurgia ornamental de alto nivel, principalmente en oro, plata y aleación de platino. Los pueblos de la sierra norte construyeron complejos funerarios y astronómicos como el de Cochasquí.
El Imperio incaico conquistó parcialmente la región a mediados del siglo XV, y la conquista española en este territorio se inició un siglo después, en 1534 el capitán español Sebastián de Benalcázar conquistó tierras ecuatorianas. Una vez tomada Quito, la refundó como ciudad española, el 6 de diciembre de 1534, bautizándola como San Francisco de Quito y Quito fue capital de la Presidencia y Real Audiencia de Quito formando parte del Virreinato del Perú.                                         
La Conquista

Es la acción y efecto de colonizar, establecer colonia, fijar en un terreno la morada de quienes lo cultivarán. El término se utiliza en diversos ámbitos para indicar la ocupación o población de un espacio por parte de un grupo, ya sea humano o de otra especie.
En el contexto de los seres humanos, la colonización suele referir al asentamiento de una población en una zona deshabitada también es como el derecho a la ocupación de un territorio supuestamente virgen, lo que implica ignorar una ocupación previa por parte de otros grupos nativos.
Los colonos, en este marco, consideran que la ocupación original es insuficiente y, por lo tanto, se justifica imponer una supuesta superioridad (cultural, religiosa, étnica o de cualquier otro tipo).

El comienzo del siglo XVI fue un punto trascendental dentro de la historia occidental, no sólo por los cambios importantes que comenzaron a darse dentro de la sociedad europea de aquel entonces, sino porque desde la llegada de Colón a América (en aquel entonces Abya Yala) empezó uno de los saqueos y genocidios más grandes y cruentos de la historia universal, hablamos del aniquilamiento sistemático de los pueblos aborígenes de toda América (tanto sus integrantes como sus creencias, cultura y cosmovisión) por parte de los Conquistadores (españoles, británicos, franceses, portugueses). Del sinnúmero de pueblos que vivían en la actual América, ahora quedan pocos y junto con la globalización, la expansión de la industria cultural y el actual modo de producción, se está acabando y mercantilizando los últimos rezagos de todo lo que fueron y significaron estos valiosos pueblos.

La Conquista fue, encabezada por aventureros españoles que obtuvieron autorización de la Corona además de privilegios. Pero con el pasar del tiempo, la Corona asumió el control total sobre las tierras conquistadas y empezó el proceso llamado colonización, en donde se establecieron colonias españolas con el propósito de explotar los recursos naturales y la fuerza laboral nativos, enriqueciendo así únicamente a los grupos dominantes locales y fundamentalmente al naciente Imperio Español. Esto implicó un sistema racista de dominación, donde existió una República de Blancos y una República de Indios.
 Esto obligó a que estos dos últimos dejaran de ser actores históricos (no sólo los hombres indígenas y afro, sino aún más las mujeres indígenas y afro), por lo tanto los registros de eventos, hechos, etc. siguientes se transformaron en la Historia del hombre blanco, la única válida y existente por los siguientes siglos que precedieron a la Conquista. Sin embargo, desde hace algunas décadas se comenzó con la investigación histórica en vías de recuperar aquella Historia perdida y nunca contada proveniente de indígenas y afrodescendientes.

Un punto importante a recordar es el proceso de mestizaje que se produjo en gran parte de Latinoamérica. Este mestizaje conllevó la negación de una identidad nativa y nos introdujo a todos dentro de una crisis de identidad que hasta ahora está en vías de ser superado. Configuró al mestizo como parte blanco y parte indígena, al igual que al mulato como parte blanco parte afro. Esto desembocó en un proceso de “blanqueamiento” de la sociedad que fue fundamental en la eliminación y paulatino desaparecimiento de los pueblos aborígenes en toda América.

En esta época las principales actividades económicas eran comandadas y administradas por los blancos, y ejecutada por indígenas. Existía el mecanismo llamado mita, la cual consistía en el tiempo de trabajo obligatorio para cada indígena, el tiempo se distribuía para obras públicas y para los colonos españoles quienes usaban esta mano de obra a su parecer. También existieron los obrajes los cuales eran centros de producción textil, abundantes en toda la Real Audiencia de Quito.

Independencia

Es la antinomia de la dependencia. Es todo ser o toda cosa que puede existir o funcionar por sí mismo, sin que deba aceptar, tolerar o permitir inferencias externas.
Un ser humano es independiente cuando puede valerse por sí mismo, asumir sus responsabilidades y satisfacer sus necesidades sin recurrir a otras personas, objetos o sustancias
El 10 de agosto del 1809 se recuerda el Primer Grito de la Independencia. La gesta acontecida en Quito permitió librar al país del yugo español.

El hecho revolucionario forma parte de la historia de América que en aquella época desconoció al Gobierno ibérico tras un levantamiento ciudadano que permitió declarar al Ecuador en un país libre y soberano. 


La época independentista tuvo sus orígenes en 1809, con la rebelión de los Criollos contra el dominio español conocida como Primer Grito de Independencia Americana e inició el proceso emancipador comprendido desde 1820 hasta 1822.

Los sublevados formaron una Junta de Gobierno provisional el 10 de agosto de 1809 en Quito, pero los participantes acabaron siendo encarcelados y asesinados en la Matanza del 2 de agosto de 1810.En esa fecha los sublevados no propugnaban la independencia sino que hablaban de cambiar a las autoridades en Quito, manteniendo fidelidad al cautivo rey Fernando VII.

Es así como la antigua Presidencia y Audiencia de Quito consigue separarse de la metrópoli en la Batalla de Pichincha del 24 de mayo de 1822, gracias al triunfo del Mariscal Antonio José de Sucre, con ayuda del Ejército Protector de Quito, formado por las tropas independentistas guayaquileñas. El territorio de Guayaquil se separó de España el 9 de octubre de 1820 y mantenía un gobierno propio, después pasó a formar parte de la Gran Colombia bajo el nombre de Distrito del Sur junto a los territorios de Quito y Cuenca.

Después de la definitiva independencia del dominio español, parte del territorio se integró rápidamente a la Gran Colombia, mientras el territorio del litoral permaneció independiente hasta la anexión vía manu militari por parte de Simón Bolívar. El 13 de mayo de 1830 los territorios colombianos del sur se separaron y se creó la nación ecuatoriana.

Desde los inicios de la república existió inestabilidad política, lo que condujo al origen de varias revoluciones a lo largo del siglo XIX. El siglo XX estuvo marcado por la poca o nula participación del país en las guerras mundiales, varios conflictos limítrofes con el Perú, y la conformación de gobiernos militares.

En 1830, tras la separación de Venezuela de la Gran Colombia, se acuerda la constitución del Ecuador como república independiente. El primer presidente de la nueva república fue el general Juan José Flores, héroe de las guerras de independencia y representante de la clase conservadora y aristocrática de Quito. En 1833 estalló una guerra civil entre los conservadores de Quito y los liberales de Guayaquil, el primero de una larga serie de enfrentamientos entre las dos facciones que tuvieron como consecuencia la toma del poder por tres destacados dictadores de la historia ecuatoriana: Juan José Flores, Gabriel García Moreno y Eloy Alfaro. En medio de la lucha que sostuvieron los tres por el poder, se sitúa el periodo de presidencia del general José María Urbina, quien abolió la esclavitud en 1853. El presidente Alfaro, durante su segundo periodo de gobierno (1906-1911), introdujo una nueva Constitución de carácter liberal, dio un impulso muy importante a la construcción y desarrollo del ferrocarril, y estableció la enseñanza laica y gratuita. Alfaro fue depuesto y asesinado en 1912, y Leónidas Plaza accedió a un segundo mandato presidencial consolidando la hegemonía de la llamada "plutocracia liberal". La economía de exportación se expandió y concluyó la construcción del ferrocarril Guayaquil-Quito. Ecuador apoyó a Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial contra las potencias del Eje. En el desarrollo político interno, el final de la guerra coincidió con el declive de la influencia liberal. En 1944, el presidente liberal Carlos Alberto Arroyo del Río, antiguo presidente del Congreso Nacional, renunció al cargo como consecuencia de un movimiento revolucionario encabezado por el ex-presidente José María Velasco Ibarra, que había gobernado el país entre 1934 y 1935, y que en esta ocasión recibió el apoyo de la facción conservadora. El 31 de diciembre de 1945 se promulgó una nueva Constitución que se mantuvo en vigor hasta 1967. En 1947 Velasco Ibarra fue depuesto de su segundo mandato por un grupo militar que fue apartado del poder por el movimiento revolucionario que instaló a Carlos Julio Arosemena Tola como presidente provisional. En 1948, Galo Plaza Lasso, antiguo embajador en Estados Unidos, fue elegido presidente. A principios de aquel año, Ecuador había acudido a la IX Conferencia Interamericana celebrada en la ciudad colombiana de Bogotá para firmar la carta de la Organización de Estados Americanos (OEA).

En 1941, y ante lo que las autoridades peruanas consideraron como constantes agresiones por parte de Ecuador a lo largo del año anterior, tropas peruanas ocuparon la provincia limítrofe de El Oro. Con el objeto de poner fin a esta situación, en 1942 se procedió a la firma del Protocolo de Paz, Amistad y Límites entre Perú y Ecuador, celebrado en Río de Janeiro y garantizado por Brasil, Chile, Estados Unidos de América y Argentina. Pese a la firma del acuerdo, las sucesivas autoridades ecuatorianas sostuvieron que en 1942 su país se había visto obligado a adjudicar a Perú más territorio que la zona en disputa, motivo por el cual en 1960, Ecuador desconoció en forma unilateral el Tratado de 1942.


UNA ETAPA DE ESTABILIDAD (1948-1960)

La producción y exportación de un nuevo producto tropical, el banano, dio a la economía ecuatoriana una posibilidad de expansión que se reflejó no solo en la dinamización del comercio internacional, sino también en la apertura de nuevas fronteras agrícolas, el ascenso de grupos medios vinculados a la producción y comercialización bananeras, así como al servicio público y el comercio. El crecimiento robusteció a los sectores vinculados al auge bananero y llegó también a otros ámbitos, inclusive a sectores de trabajadores que vieron elevarse sus ingresos. Para muchos, el país por fin había hallado la vía del desarrollo.

Superada la recesión de las décadas anteriores, fue articulándose una nueva alianza dominante. La burguesía era la clase dirigente, pero cedía al mismo tiempo una importante cuota al latifundismo y a la pequeña burguesía urbana. En estas circunstancias, la estabilidad constitucional se mantuvo; tanto más que el crecimiento poblacional de la Costa y las ciudades, el control conservador de la mayoría del electorado había desaparecido.

Los partidos políticos “tradicionales” (Conservador, Liberal y Socialista) vivieron una época de regularidad en su funcionamiento, pero al mismo tiempo tuvieron que habituarse a coexistir con nuevas fuerzas emergentes. De las filas conservadoras se separaron varios elementos aristocratizantes encabezados por Camilo Ponce, para formar el Movimiento Socialcristiano. Jóvenes venidos de grupos medios integraban ARNE, un movimiento filofalangista que jugó un destacado papel en la lucha contra la izquierda y el movimiento obrero. El liberalismo consolidó con el Partido Socialista la fórmula del “Frente Democrático”, lo que trajo, años después, la división de este último. En Guayaquil y otros lugares de la Costa creció el CFP, partido populista muy agresivo, integrado fundamentalmente por bases subproletarias.

El gobierno de Galo Plaza (1948-1952) realizó un esfuerzo de modernización del aparato del Estado y de readecuación de la economía ecuatoriana a las condiciones de predominio de Estados Unidos que se consolidaba en la posguerra. El tercer velasquismo (1952-1956), que fue el único que el caudillo concluyó regularmente, desarrolló un plan de construcción vial y educativo, pero frustró una vez más a sus electores porque no desarrolló reforma importante alguna. La administración de Camilo Ponce (1956-1960), pese a que fue producto de un triunfo de la derecha tradicional, no pudo ser la vuelta al siglo XIX, sino que constituyó más bien un gobierno de tono liberal. Afrontó la agudización de los conflictos sociales y ejerció dura represión, especialmente con los amotinados de Guayaquil en junio de 1959.

                                          DE LA CRISIS AL AUGE (1960-1979)

En las elecciones de 1960 Velasco Ibarra explotó el sentimiento antiimperialista y los deseos de cambio y logró un caudaloso triunfo, pero no pudo sostenerse en el poder. Fue depuesto en 1961 y le sucedió constitucionalmente el Vicepresidente. El gobierno de Carlos Julio Arosemena (1961-1963) afrontó conflictos surgidos del intento por sofocar y aislar la campaña norteamericana anticomunista, histérica y virulenta, en la que el clero fue instrumento de las agencias de seguridad norteamericana. Al cabo de varios meses de tensión, los jefes militares depusieron al Presidente, inaugurando una nueva dictadura.

La Junta Militar de Gobierno (1963-1966) enmarcó su acción dentro de la tónica general impuesta por la influencia norteamericana en el subcontinente. Fue, por una parte, ferozmente anticomunista, como reacción al “peligro cubano”; por otra parte, buscó una modernización que readecuara al país, y especialmente sus sectores más tradicionales, a las nuevas condiciones del desarrollo capitalista. La Ley de Reforma Agraria, destinada a cambiar las relaciones precapitalistas en el agro, el crecimiento enorme de una tecnoburocracia pretendidamente apolítica, pero derechista pese a su estilo modernizante, son quizá los hechos fundamentales de un gobierno que, pese a todo, no logró ser sino parcialmente reformista. En efecto, cuando intentó una reforma de los impuestos al comercio exterior, la oligarquía afectada orquestó la reacción de varios sectores sociales que terminó por echar abajo a los coroneles.

Fruto de un acuerdo de notables fue el interinazgo de Clemente Yerovi, que duró justamente lo necesario para organizar una nueva Asamblea Constituyente. Reunida en 1966, eligió presidente interino a Otto Arosemena Gómez, cuyo gobierno representó una alianza de la vieja derecha con grupos de la oligarquía de vertiente más moderna, vinculados al comercio y la banca. En 1968 volvió Velasco al poder, pero su triunfo estrecho fue síntoma de que su momento estaba ya pasando. La crisis económica y fiscal y la consecuente agitación fueron los detonantes de una nueva dictadura en que se embarcó el anciano caudillo en 1970. Pese a sus renovados esfuerzos por “reconstitucionalizar” al país, cayó en 1972, casi al fin del período, por acción de los militares que habían sostenido su régimen de facto.

El Gobierno Nacionalista y Revolucionario de las Fuerzas Armadas, presidido por el general Guillermo Rodríguez Lara, comenzó en 1972, justo en el momento en que se abría la mayor expansión económica que registra la historia nacional. La exportación petrolera se inició en una coyuntura internacional de elevación sostenida de los precios de los hidrocarburos. Eso dio al gobierno recursos que nunca antes había manejado, y que fueron dedicados, a veces en forma superflua o mal planificada, al robustecimiento y modernización del Estado y el aparato productivo. El gobierno tuvo iniciativas progresistas, especialmente en su política internacional, puesto que defendió la soberanía del país sobre sus recursos naturales. El Ecuador ingresó a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) e impulsó el control estatal de la explotación y comercialización petrolera
La crisis económica que se manifestó a inicios de los ochenta se ha mantenido persistente. Los ingresos por la exportación petrolera ha sido por décadas el principal sostén del Estado, pero a veces sufren bajas y el consumo interno es cada vez más elevado. Los recursos generados por la exportación de productos tradicionales y otros nuevos han dinamizado ciertos sectores. En medio de la crisis se ha tratado de volver a una economía basada en las exportaciones de productos primarios. Pero los rasgos estructurales persisten. La deuda externa ha aumentado de quinientos millones de dólares en 1975 a nueve mil millones en 1986, bordeando dieciocho mil millones en 2007.

Para enfrentar la crisis, sucesivos gobiernos han aplicado políticas de ajuste de corte neoliberal que han promovido privatizaciones de empresas públicas y varios aspectos de modernización de la estructura del Estado. Esto ha traído, como en muchos otros países, la profundización de las desigualdades y grandes sufrimientos para las mayorías. Como ahora los propios sustentadores del neoliberalismo lo admiten, el modelo concentrador ha ido acrecentando la polarización entre sectores cada vez más amplios de la sociedad, cuyas condiciones de vida se deterioran, frente a grupos reducidos vinculados al capital monopólico. Los pobladores de los cinturones de miseria elevan el nivel de sus demandas, los campesinos piden tierra y trabajo, los grupos medios ven cada vez más reducidos sus ingresos y son lanzados hacia abajo en la escala social. La crisis económica ha llevado a su auge la migración de grandes grupos de ecuatorianos y ecuatorianas a Norteamérica y Europa. Esto ha traído consigo el abandono del campo y de varias actividades tradicionales; y la separación de las familias, angustias y tensiones. Pero los migrantes han logrado establecer una nueva visión del mundo en nuestro pueblo, y las “remesas” en dinero que envían han mantenido en buena parte la economía. 
 
                                                                   LOS ÚLTIMOS AÑOS

Noboa propuso una política de apaciguamiento. Mantuvo la dolarización, se esforzó por bajar la inflación y realizó varias reformas presupuestarias y fiscales restrictivas, planteadas por el FMI, que requirieron del apoyo de la derecha en el Congreso, donde el gobierno no tuvo mayoría. Promovió, no sin fuertes cuestionamientos, varias negociaciones petroleras y la construcción del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP) En 2002 ganó las elecciones el coronel Lucio Gutiérrez, líder del golpe de enero de 2000, con apoyo de su propio partido (PSP), Pachakutik y MPD. Desde su inicio, el gobierno se identificó con las políticas norteamericanas de Bush y apoyó al “Plan Colombia” del gobierno del vecino país. En pocos meses se alió al Partido Social Cristiano. El MPD y Pachakutik salieron del gobierno. En una favorable coyuntura económica por la elevación de los ingresos públicos, Gutiérrez aplicó políticas clientelares y promovió la división popular e indígena. A fines de 2004, aliado al PRE y al PRIAN de su adversario Álvaro Noboa, enfrentó a Febres Cordero y el PSC, cuyo predominio en el Congreso, Corte Suprema y otros organismos fue desmantelado mediante cuestionadas decisiones de una mayoría parlamentaria. Al inicio de 2005 Gutiérrez enfrentó creciente oposición. Un alzamiento masivo de Quito empujó a las Fuerzas Armadas a desconocer al gobierno y al Congreso a destituir al Presidente, reemplazado el 20 de abril por el vicepresidente Alfredo Palacio.
Con apoyo parlamentario precario y escasa base popular, Palacio llevó adelante un gobierno débil, que no pudo cumplir sus ofertas de reforma política y de “refundar el país”. Pero realizó algunas reformas petroleras que reivindicaron para el Ecuador el control de sus recursos naturales. Su política exterior fue digna y su postura frente al conflicto colombiano fue firme, pero no logró detener las intromisiones en la frontera.
En la elección del 26 de noviembre de 2006 triunfó Rafael Correa, un candidato que prometió combatir el neoliberalismo y reformas radicales. Su gobierno se inició en medio de grandes expectativas, en enero de 2007. De inmediato presionó por la convocatoria a una consulta popular que resolvió la convocatoria a una Asamblea Constituyente, la que declaró en receso al Congreso Nacional.

El gobierno logró una amplia mayoría en la elección de la Asamblea Nacional Constituyente que se reunió en Montecristi y emitió una nueva Constitución, aprobada mediante consulta popular en 2008. En sus primeros años de administración Rafael Correa ha impulsado varias reformas de corte progresista, ha ampliado el sector público y ha enfrentado a varios sectores del poder tradicional. Desde fines de 2008, ha enfrentado una reducción de ingresos públicos por la baja de precios petroleros. El país ha sido sacudido por una crisis económica mundial.


 


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